martes, 12 de mayo de 2020

¡Calcechulu ha despertado!


¡Tentaculares saludos, sectarios mios!

Hoy os escribo con la mente enviada a eones de distancia en el pasado del momento actual.
En aquellos tiempos, un rito de nuestra especie llamado “el amigo invisible”, consistía en reunirse con allegados para sortear al azar y en secreto un objetivo (dentro del grupo) para cada uno, a quien debía hacerse un regalo sin revelar tu identidad.

Algo que imagino deben de hacer habitualmente en cualquier sociedad secreta sectaria que se precie.

Entre todos los presentes establecimos que el regalo debía ser barato, puede que 5 euros o menos.
Por supuesto, había mucho margen para la locura y la chanza.

A mí me tocó como “amiga invisible” una jugadora de mi grupo de partidas habituales.
Sabía que temática le haría gracia pero, no se me ocurría nada que fuera tan barato.
Así fue como una idea nacida de la desesperación cobró forma.
¡Si no existía, podía crearlo!

Cuando de nuevo tome conciencia de mi propio ser, me halle sumergido en la marea humana de un mercadillo de barrio.
Mis engranajes comenzaron a funcionar hasta dar con la solución.
Compré un par de calcetines y guantes de los más baratos, de los colores más apropiados posibles.
Todo buen sectario conoce el problema que puede suponer un Color, por ello no os explicaré la dura prueba que eso supuso a mi cordura.

Armado con los materiales propicios y una determinación febril me entregué durante incontables horas a la impía creación que se me aparecía, ya no solo en sueños, ahora también en momentos de vigilia.
Finalmente lo había logrado, el ser de mis pesadillas había cobrado forma ante mí.
Proceso del Ritual a.k.a. Manualidades
Descarté uno de los calcetines, arrojándolo a la fosa del olvido y la rotación eterna.
Recorté todos los dedos adecuados de los guantes.
Usando aguja e hilo comencé el injerto para dotar de tentáculos al ídolo.
Rellené el interior de la criatura de bolas de papel o plástico, dotándola de forma.
En un cartón oscuro dibujé y recorte 2 brazos con garras, también un par de ojos.
Los grape y pegué a la figura, no era momento de sutilezas.
Entonces, recordé las alas.
Pude encontrar un plástico translúcido del que se usaba para preservar la forma en las camisas. Las recorté y grapé sobre su lomo.
El ser estaba completo.
Por último preparé, en una caja de zapatos, un lecho de papel en el que pudiera descansar el primigenio.
La cerré y cual sarcófago, rematé su tapa con una inscripción.
“No está muerto lo que yace eternamente”

Las alas no se aprecian muy bien, pero están.

Con el presente envuelto inocentemente, con el nombre de la destinataria, acudí a la segunda cena de la secta y parte final del rito.
Deposité la caja junto a las demás ofrendas de manera disimulada.

Consumimos y bebimos toda clase de manjares y licores.
Al final, el momento tan ansiado se aproximaba.
Fueron entregándose y abriendo paquetes, revelando contenidos a cada cual más aberrante.
Llegó el momento esperado.

La incredulidad y temor de la sectaria, mi “amiga invisible”, al leer la inscripción en la tapa, eran palpables.
Abrió el sarcófago y los segundos se convirtieron en una eternidad, mientras su cordura se resquebrajaba.
Y como no podía ser de otro modo, aceptó jubilosa la existencia de Calcechulu mostrándolo al resto de sectarios para recibir adoración masiva.

Es cierto que, la naturaleza del primigenio, dejó un claro indicio de su origen.
A la sectaria le resultó evidente su procedencia.

Antes de irnos guardó con sumo celo y devoción al primigenio en la caja.
En aquella época muy pocos disponían de móviles con cámara.
Durante largo tiempo solicité a mi “sectaria invisible” fotos del ídolo, aunque siempre la sorprendía en uno de sus múltiples viajes, le era imposible.
Llegué a pensar que se había deshecho de aquel ídolo abominable pero, hace unas semanas recibí noticias suyas.
Eran unas fotos. Estos tiempos de tecnología son maravillosos y aterradores.

Supongo que muchos de vosotros habréis notado la presencia de Calcechulu en estos años, más por sus actos inefables.
Millones de calcetines restan desaparecidos mientras su poder aumenta.

Tras desatar semejante mal sobre el mundo, no puedo sino advertiros de su presencia.


Colores y fenómenos antinaturales preceden su llegada.

¡Calcechulu ha despertado para devorar a todos aquellos que no han sacrificado suficientes calcetines!
¡Arrojadlos a las fauces de vuestras lavadoras, insensatos!
¡Iä, iä, Calcechulu fhtagn!

4 comentarios:

Runeblogger dijo...

¡Fhtagn total! Qué manitas estás hecho.

Thorkrim dijo...

Gracias 😉
Teniendo en cuenta lo que valen los moñecos hoy en día, quizá debí haber desarrollado aquella otra faceta 😆

Eihir dijo...

Cthulhu es grande hasta en calcetín 😜🐙

Thorkrim dijo...

No hay primigenio pequeño, jajaja 😆🤣