sábado, 2 de agosto de 2014

Murallas Blancas.

Para presentar este blog, creo que lo mejor será atravesar las barreras de la realidad y asomarnos a una región muy concreta del mundo conocido como Glorantha, donde escucharemos una conversación entre el Sabio Gris, Herentaros el Clarividente, y su compañero, Jorakos, un guerrero exiliado del clan Varmandi, de la tribu Colymar. Si bien, llamar conversación a la incesante verborrea de Herentaros sería trivializar la hazaña lograda por Jorakos, al mantener la cordura después de tantos días a su lado.

"- ¡Ahí está!, la sagrada fortaleza de los Hendreki, antiguamente conocida como Ililbervor. El último reducto de feroz resistencia ante la invasión del Imperio Lunar. Durante más de dos años, allí, en lo alto, el último Gran Rey de los Hendreki y otros Héroes Orlanthis, aguantaron el asalto de las tropas imperiales, rechazaron los poderes caóticos de los Magos lunares y derrotaron a seres demoníacos, siervos de la Diosa Roja, como el Murciélago Carmesí -algo, sin duda, sabido por todos, que no consigue captar la atención del guerrero, por lo que el viejo añade.- Unos dicen que convocaron a un Dragón, obligando a huir a la bestia del caos, otros cuentan que el Gran Rey y los demás Héroes subieron a lomos de la criatura y la expulsaron de este plano. Y, si esperamos unos años, ¡a saber qué contarán entonces!. -comentario que hace gracia a Jorakos, tornando su expresión más afable durante unos instantes. Sin embargo, los pensamientos del guerrero vuelven a recorrer senderos sombríos. Lo que Herentaros no sabe es que la reina Leika de los Colymar, exiliada hace años, combatió aquí, fué una de los defensores.
Por supuesto, el Sabio Gris continúa
- Finalmente fue tomada pero, en su interior, no se halló a ningún defensor con vida. Con los poderes de Orlanth, Dios de las Tormentas -reconociéndole un dominio que quizá ya no conserve-, los últimos supervivientes consiguieron escapar al cerco. Según los rumores, la magia de otros dioses, más antiguos, primigenios diria yo, fue empleada para completar los rituales necesarios en la defensa y la huida -habladuría que ha elevado al nivel de confidencia.
- El Emperador Rojo lo ha declarado el Gran Año de la Suprema Luna Llena, repleto de festividades para celebrar esa gran victoria, la definitiva, de la Luna Roja sobre Orlanth. El Dios de los Vientos y de todos los orlanthis ha sido derrotado -el pesar se apodera de su tono al pronunciar ese hecho.
- Entre tu y yo, no creo que el Emperador esté muy contento con su comandante, Tatius el Brillante. Tras dos años de intentos fallidos, los recursos mágicos invertidos y el tiempo perdido, los principales líderes de la resistencia se le escurren entre los dedos como jirones de nube. Desde luego, tiene que premiar a su comandante, pero los Agentes Imperiales no han parado de moverse por todas partes desde entonces. -Como si le hubiera acudido a la mente en ese momento, levanta un dedo y recita un dicho- Desconfía de los extranjeros y aún más de esos amigos, que quieren saber de ti cuando nunca se habían preocupado por tus idas y venidas.
Tras un suspiro que le recuerda el frío reinante, se lamenta-
¡Qué gran lástima vivir para ver estos tiempos, muchacho! Desde la derrota de Orlanth, los vientos han cesado de soplar y ya no hay poderes que se opongan a los dioses invernales, este invierno se está alargando demasiado, no es normal. La gente ve en esto el fin de todas las cosas. En los Mitos no se habla de nada parecido, nadie puede prever lo que ocurrirá ahora. Los poderes de nuestro Dios ya no acuden en nuestra ayuda cuando lo invocamos. ¿Será verdad que ha sido derrotado completamente, como dicen esos misioneros de la Diosa? ¡No, no puedo creerlo! -resuelve golpeando con un puño la palma de su mano abierta. Entonces, el anciano repara en el semblante melancólico de su acompañante y reconduce su discurso- Hace una estación, poco antes de mi partida, llegó una caravana de Ralios por la ruta de Maniria y, a los pocos días, en toda Esrolia se comentaba que los orlanthis asentados al otro lado de la gran cordillera Mislari, aún podían contactar con Orlanth en sus ceremonias. -asegura sin mucho convencimiento.
- Al menos, no paran de oirse rumores sobre Argrath, el que nos liberará a todos, esperemos que su destino incluya el mantenernos con vida y la profecía no se refiera a una liberación más drástica. Pero, ¡basta ya de tanta charla!, no queremos que el destacamento de legionarios apostado allá arriba nos oiga -diríase que un atisbo de alivio ha asomado en la cara del guerrero, sutil gesto que no pasa desapercibido.- ¡Y agárrate bien al caballo!, si resbalas ahora, caerás un largo trecho y no te gustará llegar al final. Hagamos lo que hemos venido a hacer. Como me ha pedido la reina Hendira, interpretaré esas inscripciones en antiguo wýrmico, que no han podido traernos
-refunfuña- hasta el templo en Nochet. Fallaré en la traducción tanto como pueda y que Lhankor Mhy me perdone por extender una patraña para ocultar el conocimiento a esos degenerados -ambos hombres cruzan una última mirada cómplice antes de emprender el peligroso ascenso."

2 comentarios:

Artus Silenis dijo...

Ah, Herentaros el ClarivIdente... A la modesta biblioteca de Nueva Pavis llegaron un día un par de pergaminos suyos, copiados en Nochet por un aprendiz a las órdenes del sumo sacerdote. Seguiré estos relatos con interés, pues la bendición del Señor del Conocimiento es evidente en ellos.

Thorkrim dijo...

Sea bienvenido a seguirlos, señor Silenis, estos relatos y alguna que otra desventura, si bien, no sé cuando podré emplear mis dedos de nuevo, era mi intención proseguir en cuanto disponga de ellos.
Gracias por comentar ;)