miércoles, 11 de marzo de 2015

Bajo el yugo de un Primigenio.

La ciudad congrega a miríadas de cultistas. Surgen barricadas bloqueando las calles sin un patrón definido. Se levantan por doquier monumentos impíos, destinados a agasajar a los seres ignotos que acudirán atraídos por la locura que emanan. A lo lejos, se escucha un sonido constante, ráfagas de pequeñas explosiones, único testimonio de la batalla sin tregua que libran las mermadas fuerzas del bien contra seguidores de los poderes insondables. Por las noches, se entonan ya las letanías y cánticos aberrantes de los sectarios que, exultantes ante la propagación del caos, no cesan en sus turbadoras ceremonias. Por el día, los pocos que osan aventurarse fuera de sus refugios, encuentran los restos pútridos de las demenciales ofrendas nocturnas. Ni el estomago más firme aguanta indiferente frente al nauseabundo hedor de la ponzoña que rezuma en cada rincón.
Poco queda para la noche del abyecto ritual donde, miles de adoradores fervorosos y víctimas enajenadas, veneran extasiados ante incontables hogueras a esa hedionda criatura, abotargada aberración infecta de mente etílica, que medra en la inmundicia y la abnegación de los idólatras.


Pavoroso final flamígero de unas jornadas delirantes, rematadas por el amanecer más disonante y sobrecogedor, una mañana en que la mugre reseca, la roña y los repulsivos efluvios, se han tornado en montones de ceniza, dejando la sensación de una horripilante pesadilla sufrida, diluyendose lentamente. Salvo en aquellos malditos con una memoria hermética o un olfato aguzado, que aún pueden recordar y percibir, bajo la ilusión cotidiana, el repulsivo remanente de aquellos actos grotescos, la exaltación de un ser abominable destinada a perpetuar su ominoso yugo sobre las mentes embriagadas de ese júbilo malsano.

He aquí el ansiado sueño de los alienados guardianes de la verdad y la razón. ¿No actuarán finalmente contra esta envilecida liturgia aquellos renombrados investigadores de los mitos arcanos?, ¡despierten la naturaleza salvaje de las llamas, ahora serviles, sobre ese mal corruptor que merece ser devorado!
¡Qué glorioso despuntar del alba sería aquel, en que los montones de ceniza aglutinaran a su vez los rescoldos de efigies, fanáticos y la deleznable babosa purulenta a la que rinden culto!


2 comentarios:

Runeblogger dijo...

Vamos, que odias mucho las fallas. ;-)

Thorkrim dijo...

¿Yo?, ¡naaaah, que va!, ¡si en la etiqueta he puesto cthulhu! :D
Jamás diré que odio una festividad tan adorada o a un político emborrachado de poder, en un medio público que puede leer cualquiera, si pensara eso me lo guardaría para mi regocijo personal ;)

Dejame ver que hora es, aham, y los cánticos de los cultistas siguen a todo trapo, ok, ¡que maravilla! ¬_¬